Los siete opricales [mi primera novela]

En un cuarto mal iluminado, una mujer de unos veinticinco años estaba tumbada en la cama. Tenía el pelo liso, largo y negro, ojos marrones y era muy hermosa. A su lado estaba otra mujer de unos cuarenta años, estaba muy preocupada y de vez en cuanto giraba la cabeza hacia la puerta. Fuera se oían gritos, golpes y mucho ruido. La mujer que estaba en la cama parecía muy cansada, estaba empapada en sudor; ya hacía unas horas que estaba de parto. Por fin se asomó la cabeza del bebe, después de un rato ya estaba en brazos de la mujer mayor. Era una niña, tenía los ojos verdes, de su padre y cabello negro, oscuro, como la noche. La sirvienta sonrió, de repente el color del cabello de la niña se cambió a azul, después a blanco; la mujer abrió mucho los ojos, mientras tanto la madre seguía de parto. El cabello de la niña cambió otra vez a azul y después a amarillo, la sirvienta estaba muy inquieta. Finalmente el color de la niña se quedó en rojo, casi se le cae a la sirvienta, no podía pronunciar ni una palabra. Salió a la luz su hermano, tenía los ojos de su madre y el cabello se le cambiaba como a su hermana. La reina estaba muy emocionada. Se oyó una explosión fuera. La mujer se apresuró, sabía que no tenía mucho tiempo. Él sabe que debe nacer un niño, pero no sabe que han nacido dos, pensó. Dijo a la sirvienta que se acercara.
-A la niña la llamaré Kira y al niño Evan -dijo, después de pensarlo un momento-. Coge a la niña y vete, nadie debe saber que han nacido dos niños -dijo la reina con voz cansada, pero segura.
-Pero, mi reina, no puedo dejarle aquí, sola -dijo asustada y preocupada.
-Vete, ya -le ordenó-. Y cuídala bien, ya sabes lo que tienes que hacer.
La sirvienta no tuvo más opción que coger a la niña y irse, dejando a la reina sola con el bebe en las manos. Sabía que no la volvería a ver nunca más, una lágrima corría por su mejilla.

Se ha caído la puerta y entró un hombre alto, delgado, con cabello rojo, ya que acababa de usar el fuego, y ojos negros, muy astutos y peligrosos. Miró a la reina y al bebe que llevaba. Pensaba matarlos a los dos, pero vio que el cabello del niño se cambiaba de color. Sorpresa pasó por su mirada, seguida de satisfacción. El niño dominaba los cinco colores, le sería muy útil.
-Por el regalo que me has dado, te dejaré que elijas el nombre para tu hijo -dijo con voz irónica.
-Evan -dijo la reina, sabiendo que no podía ofrecer resistencia, preparada para su destino.
-De acuerdo.
El hombre levantó la mano y una bola de fuego salió disparada contra la reina, la cual la mató de inmediato. Cogió al niño y salió de la habitación.

O.O que chulo!! tengo ganas de leer mas
el prologo y ya hay un muerto... tiene buena pinta ^^

Wow!!!
Estoy en estado de skock o como se escriba.
¡Qué guayyyy!!!!!!
Los dos niños...con el pelo como Troks...(((o no))) dejémoslo en pelo-que-no-hace-falta-utilizar-tinte xD
Sigue, me ha dejado intrigada... ¿Qué pasará con los niños? ¿Qué pasará con Kira? ¿Y con Evan?

Odio las historias de los foros, porque luego dejan con la intriga, y yo que soy de lo más rebuscá...

¡Actualiza pronto!

Me alegro mucho de que os haya gustado



Eran las diez de la mañana. Kira se despertó y sonrió. Hoy era el día de su cumpleaños, catorce años. Se levantó y se vistió. Su habitación no era ni grande ni pequeña; estaba llena de libros, pergaminos y otros objetos, pero estaba todo bastante bien ordenado. Tenía una ventana con las vistas a Seuna, una ciudad pequeña, pero llena de vida; al sudeste del país Nekalia. Amaba esta ciudad, aquí tenía amigos y muchos recuerdos, pero sabía que no había nacido aquí. Su tía Ainaka (no era su tía por sangre, sino la llamaba así porque la había cuidado desde siempre) le contó que ella nació en Ethna, la capital del país. También le contó que toda su familia había muerto en el Golpe de Estado que sucedió justo el día que nació. No sabía nada más, Ainaka dijo que la encontró y la llevó consigo.
Bajó las escaleras, allí estaba su tía, preparando el desayuno.
-Hola, tía Ainaka –dijo acercándose y le dio un beso en la mejilla.
-Hola, mi niña. ¡Felicidades! –dijo con una sonrisa.
Era una mujer con cabello negro y azul, ojos azules, de estatura normal y con unos kilos de más. Tenía un gran corazón, pero era estricta cuando lo quería. Le enseñó mucho, sabía mucho más que los niños de su edad. Ella ya había estudiado todas las materias, como matemáticas, geografía, biología, etc. Sabía luchar, usar armas y utilizar los cinco elementos. Sabía hablar élfico, enano, humano y por supuesto su propio idioma, el de los néufagos.
Su gente era muy parecida a la de los humanos, la diferencia estaba en que ellos podían usar los cinco elementos, y los humanos no. Por la historia sabía que hace muchos años todos eran humanos. Vivían en un continuo miedo, porque habitaba en su tierra un dragón maléfico, que quemaba las ciudades y mataba a la gente. Hasta que nació el Gran Edan y lo mató, después de una larga y gloriosa batalla en el valle de la Verdad. Los dioses le bendijeron a él y su familia con un don, dominar los cinco elementos. Su familia fue creciendo, los humanos les tenían miedo y tuvieron que irse de esas tierras, eso hace milenios. Ahora eran un país entero y tenían su propia historia y costumbres.
Desayunó rápido, quería ver a sus amigos.
-Volveré más tarde –dijo yendo hacia la puerta.
-No llegues tarde, quiero hablar contigo.
-¿De qué? –preguntó Kira interesada.
-Después, después –dijo Ainaka y siguió con su tarea.
Kira se encogió de hombros y salió a la calle. Sabía que podía usar sólo dos colores, el rojo y el azul; los cuales había elegido hace años. En realidad ella podía usar los cinco, pero tenía que esconderlo. Ainaka decía que sería peligroso si alguien lo supiera. En este momento sólo el rey podía usar los cinco elementos y corrían rumores de que su alumno también.
De normal la gente puede dominar dos colores, los magos grandes - tres, y los expertos - cuatro. Rara vez nace uno que pueda dominar los cinco. Cada color corresponde a un elemento. Rojo – fuego, azul – agua, negro – tierra, blanco – viento y amarillo – relámpago. Según que elemento vayas a usar, se cambia el color de pelo.
Había quedado con sus amigos donde siempre, al lado de la heladería de la señora Norks. En su pandilla había tres personas, contándola a ella. Su mejor amiga Lina y su mejor amigo Alec. Lina sabía dominar agua, relámpago y tierra; tenía ojos marrones y era la persona más alegre del mundo. Alec sabía dominar fuego, relámpago, agua y viento; tenía ojos azules, era alto y guapo. Además era astuto, pero muy cabezón y travieso. Lo pasaba de maravilla con ellos.
Los conoció hace más de seis años, en el colegio. Ahora iban a hacerle una sorpresa por su cumpleaños y quería averiguar cuál era.

Está muy bien.
El aprendiz es su hermano. ¡Qué guay!
Sigue pronto que yo tengo que seguirla, (((sino, alguna noche sueño con Kira que me amenaza que la lea, eso me pasa siempre cuando no comento en una historia en un tiempo xD)))

Cuando llegó a la esquina, ellos ya estaban allí.
-Hola chicos –dijo Kira sonriendo.
-Hola –dijeron Alec y Lina.
-Tu regalo te va a encantar –dijo Lina con una sonrisa pícara-. Ven, vamos al bosque Lenoa.
-¿Qué es? Venga chicos, no me torturéis más –dijo Kira con voz suplicante.
Llevaban ya varios días picándola. Ellos sólo sonrieron y se pusieron a andar. Kira no tuvo más remedio que seguirles.
Cuando llegaron al bosque Alec señaló a un árbol.
-Allí, arriba está tu regalo –su rostro era serio, pero sus ojos se reían.
Lina no aguantó y se echó a reír. Kira se frunció el entrecejo, pero empezó a escalar el árbol. Cuando llegó arriba vio un paquete. Lo cogió, no podía esperar más, así que lo abrió. Se le escapó un grito de sorpresa. Era el libro “El poder del Fuego”, lo llevaba buscando durante años. Fuego era su elemento preferido. Empezó a bajar rápidamente. Con cara de felicidad los abrazó a los dos, no tenía palabras.
-No sé qué decir.
-Di, gracias –dijo Alec, estaba sonriendo.
-Sí, sí. Que nos costó mucho conseguirlo.
-Gracias chicos. Sois los mejores –miró al reloj-. Tengo que volver ya, mi tía quería hablar conmigo –dijo.
-¿De qué? –preguntó Lina.
-No lo sé.
-Ya nos contarás que era –dijo Alec.
-Vale. Me voy corriendo, nos vemos después –dijo y se echó a correr.
-Adiós Kira –dijo Alec.
-Adiós. Vuelve pronto.
Entró a casa. No veía a la tía, supuso que estaría en alguna de las habitaciones.
-Ya he vuelto –gritó.
Ainaka salió de la habitación y se sentó en una silla, invitando con un gesto a que Kira se sentara con ella. Kira se sentó y esperó a que Ainaka empezase a hablar. Ainaka estuvo un rato pensando sin decir nada, suspiró y empezó a hablar.
-Estamos en continua guerra. La gente está cansada y lastimada, han muerto muchas personas. El pueblo hace lo que puede, pero al rey lo único que le importa es conquistar más tierras –dijo apenada-. No siempre fue así. Te he hecho estudiar la historia, pero no sabes la historia más reciente, te la quería contar yo misma –su mirada estaba vagando por los recuerdos-. Antes ése era un país pacífico y tranquilo. En aquél entonces gobernaba otro rey con su reina. El rey se llamaba Torak y la reina Ahela. Gobernaban con sabiduría y la gente vivía en paz. Yo era la primera sirvienta de la reina –una gran tristeza se dibujó en su rostro.
-Tú… sirvienta de la reina… -Kira estaba conmocionada.
-Sí. Pero hubo un hombre, se llamaba River, dominaba los cinco elementos. Era muy fuerte y quería el poder. Así que planeó un Golpe de Estado. Todo pasó muy deprisa, el rey hizo lo que pudo. La reina estaba embarazada y dio a luz ese día. Yo estaba allí –dijo, y una lágrima corrió por su mejilla-. Nacieron dos gemelos, un niño y una niña. Sólo podía salvarse uno, River no tenía que sospechar nada. La reina me dio a la niña y dijo que la cuidara. A la niña la llamó Kira y a su hermano Evan –un grito ahogado se escapó de la boca de Kira-. Me fue con la niña y me escondí, mientras tanto River los mató a todos… -le tembló la voz. Necesitó unos momentos para recuperarse y siguió-. Me vine a esta ciudad y me instalé aquí, lejos del malvado rey River.
Kira tenía la cara pálida, las lágrimas se le caían por la cara, pero no se daba cuenta.

Wow!!!!!!!!
(((En estado de skock, y también buscando el icono con la boca en el suelo...pero no está u.u)))
Cómo se ha quedado Kira!!!
Con la boca en el suelo!!!(((como el icono que quería yo!!!!!xD))))

Sigue pronto que me he quedado en skock!!!! (((ea, por tu culpa ya no puedo escribir XD ((((es broma)))))))

El libro del fuego...me gusta la idea.
Kira es como yo, le encanta el fuego xD, y a mi me sigue gustando apesar que he visto dos incendios, pero al rebés, lo admiro más(((que rarita soy xD)))

O.O pero que chulo esta!!
sigue con la historia que quiero saber que pasa ^^

Ainaka esperó lo que hizo falta hasta que Kira pudo hablar.
-¿Estás segura de que han muerto todos? -preguntó Kira con esperanza.
-Sí -dijo Ainaka sin más.
Kira cerró los ojos y estuvo así un momento, los volvió a abrir y su mirada había cambiado por completo. Ahora al vez de dolor expresaba rabia.
-Le mataré -dijo Kira muy segura.
-Me lo temía -susurró Ainaka-. Él es muy fuerte, y si los rumores de que su alumno también domina los cinco elementos son ciertos, lo tendremos muy difícil. Además ¿sabes que el rey posee dos opricales? -preguntó Ainaka.
Kira se inquieto. Opricales eran piedras que te daban poderes mientras les poseías. Existían siete opricales en total y podían estar en cualquier parte. Eran de diferentes colores y según su color daban un poder u otro. Con oprical azul podías volar, con rojo leer pensamientos, con verde hablar con animales, con rosa tener buena memoria, es decir, recordarlo todo; con amarillo saber si la gente dice la verdad o no, con naranja regenerarse y con blanco ser invisible. ¿Cuáles tenía el rey? ¿Cómo los había conseguido? Seguro que los descubrió por casualidad y mató a sus dueños.
-¿Sabes qué opricales tiene? -preguntó Kira-. Esa información podría ser crucial.
-Por suerte sí, lo sé. Tiene el azul y el amarillo. Podría ser peor -dijo-. En Ethna tengo un viejo amigo Erl, quiero que vayas allí y sigas con tu educación. Cuando estés preparada vendré a ayudarte.
Sacó una pequeña caja del bolsillo y se la entregó.
-Éste es tu regalo.
Kira estaba intrigada, los regalos de Ainaka solían ser muy valiosos. Abrió la caja y sus ojos se desorbitaron.
-Es... ¿cómo?... no me lo puedo creer... -tenía una piedra blanca, brillante y muy hermosa entre manos. Sabía que era un oprical, aunque no había visto ninguno en su vida-. ¿Dónde lo conseguiste? -preguntó al fin.
-Era de tu madre, te pertenece por herencia -dijo-. Úsalo bien.
-Gracias, tía Ainaka -la abrazó-. Tengo que ir a despedirme de mis amigos. Después vendré y haré el equipaje.
Salió a la calle y se puso a andar en dirección de la tienda de ropa de la madre de Lina. Lo más seguro que sus amigos estarían allí.
Cuantas cosas habían pasado hoy, su vida se había cambiado por completo, pensó. Tenía que dejar todo lo que quería aquí, a su hogar, a sus amigos, a su tía. No sabía que le esperaba mañana, tenía miedo y estaba emocionada al mismo tiempo.
No se equivocó, sus amigos estaban allí.
-Hola Sra. Doll -dijo a la madre de Lina-. Hola chicos. Tengo que hablar con vosotros, vámonos.
Ellos enseguida notaron que algo no iba bien y salieron detrás de ella sin preguntar.
-Volveré más tarde -dijo Lina a su madre.
Llegaron a un claro fuera de la ciudad. Venían allí cuando querían hablar o estar a solas. Se sentaron.
-Mañana me voy -dijo Kira sin más.
-¿Cómo que te vas? -preguntó Lina asustada.
-¿A dónde? -Alec parecía preocupado.
Entonces les contó lo que le había dicho tía Ainaka.
-Lo siento mucho -dijo Lina, parecía muy triste.
-Iré contigo -dijo Alec muy seguro.
Las chicas le miraron, Kira estaba muy sorprendida.
-Sí, Alec tiene razón, yo también iré.
Kira no podía creerlo, no se lo esperaba. Se esforzó para no llorar. Sentía tantas emociones.
-Chicos... ¿estáis seguros? Será muy peligroso, podríamos morir o si sale mal, tendríamos que huir toda la vida.
-Sí -Lina estaba sonriendo.
Alec asintió, parecía tomarlo muy en serio. Los abrazó a los dos. Supo que en realidad muy al fondo lo estaba deseando con todas sus fuerzas.