El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
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El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Bueno, aquí va el predulio:
Cuando el mundo era joven, la raza de los dragones se dividió en dos: los dragones del mal y los dragones del bien. Los dragones malignos devastaban ciudades, pueblos y campos. Los dragones del bien eligieron y eligen a un humano con las características para montarles y poderles ayudar en la tarea de luchar contra los dragones del mal. Los dragones malignos, al ver lo que habían hecho sus hermanos, hicieron lo mismo.
Un día, el rey de Santer fue en busca de un dragón del bien para pedirle que protegiera su pueblo. Lo encontró, el rey le suplicó de rodillas que luchara contra los dragones del mal. Este dragón dijo que él no lucharía, pero le daría un don. Un don que pasará de padres a hijos, de madres a hijas. Y le explicó que quien posea con más fuerza ese don, sería el heredero al trono. Y que se les distinguiría de las demás personas. El rey aceptó aquel don sin saber cual era.
El fuego de aquel dragón se unió al cuerpo del rey. Para que él tuviera el don, para que él poseyera el fuego, que lo creara, que lo dominara, pero el don sería débil en sus hijos. Algunos podrán crearlo a su voluntad, ellos siempre lo podrán crear cuando quieran, pero quizás no lo puedan controlar, se les llamaría creadores. Otros, no lo podrán crear, pero sí lo podrán modelar a su voluntad, no nacerán con el don, podrán dominar el fuego cuando lo hayan hecho antes, y en esos momentos los dominadores tendrán que sentir miedo y terror, se les llamarían dominadores.
Después de muchos siglos de paz, gracias al don que entregó el dragón al rey. Los dragones del mal volvieron a luchar. Un cabalgador de dragón mató a toda la familia real, excepto a las hijas del rey: la mayor de sus hijos y la menor. La menor huyó, se escondió en un pueblo y se cambió de nombre. El malvado cabalgador violó a la mayor y se casó con ella. La joven se quedó embarazada y dio a luz un hermoso bebé: era una niña, poseía el pelo y los ojos más oscuros que el que nadie se pueda imaginar, tenía la piel bronceada, lo más curioso de aquella niña, era que poseía el mismo fuego que el de un dragón, un fuego poderoso. La reina le puso el nombre de Katia.
La reina a escondidas de su marido, le enseñó la bondad y el bien a su hija. Cuando se enteró, el malvado rey fue él mismo a la habitación donde estaba la reina y la decapitó. Katia presenció la muerte de su madre, y le juró que la vengaría.
Al cumplir quince años, Katia se escapó de palacio y se unió al ejército que capitaneaban los dragones del bien. Allí se encontró con los hijos de su tía, se hicieron muy amigos, por así decirlo, inseparables. También allí encontró el amor por un joven cabalgador de dragón.
A los diecisiete los dragones del bien decidieron batallar contra el malvado tirano, Katia se enfrentó a su padre en estado de encinta, ganó la batalla milagrosamente, y, en vez de tener un hijo, tuvo dos: Tiana, la princesa de Santer, la mayor y dominadora, y Eric, el heredero de Santer y creador. Aquellos dos jóvenes principitos, que, cuya vida aún no se ha escrito, pero pronuncian las estrellas, que escribirán sus nombres con oro en la historia de su mundo, en la historia de Santer.
Cuando el mundo era joven, la raza de los dragones se dividió en dos: los dragones del mal y los dragones del bien. Los dragones malignos devastaban ciudades, pueblos y campos. Los dragones del bien eligieron y eligen a un humano con las características para montarles y poderles ayudar en la tarea de luchar contra los dragones del mal. Los dragones malignos, al ver lo que habían hecho sus hermanos, hicieron lo mismo.
Un día, el rey de Santer fue en busca de un dragón del bien para pedirle que protegiera su pueblo. Lo encontró, el rey le suplicó de rodillas que luchara contra los dragones del mal. Este dragón dijo que él no lucharía, pero le daría un don. Un don que pasará de padres a hijos, de madres a hijas. Y le explicó que quien posea con más fuerza ese don, sería el heredero al trono. Y que se les distinguiría de las demás personas. El rey aceptó aquel don sin saber cual era.
El fuego de aquel dragón se unió al cuerpo del rey. Para que él tuviera el don, para que él poseyera el fuego, que lo creara, que lo dominara, pero el don sería débil en sus hijos. Algunos podrán crearlo a su voluntad, ellos siempre lo podrán crear cuando quieran, pero quizás no lo puedan controlar, se les llamaría creadores. Otros, no lo podrán crear, pero sí lo podrán modelar a su voluntad, no nacerán con el don, podrán dominar el fuego cuando lo hayan hecho antes, y en esos momentos los dominadores tendrán que sentir miedo y terror, se les llamarían dominadores.
Después de muchos siglos de paz, gracias al don que entregó el dragón al rey. Los dragones del mal volvieron a luchar. Un cabalgador de dragón mató a toda la familia real, excepto a las hijas del rey: la mayor de sus hijos y la menor. La menor huyó, se escondió en un pueblo y se cambió de nombre. El malvado cabalgador violó a la mayor y se casó con ella. La joven se quedó embarazada y dio a luz un hermoso bebé: era una niña, poseía el pelo y los ojos más oscuros que el que nadie se pueda imaginar, tenía la piel bronceada, lo más curioso de aquella niña, era que poseía el mismo fuego que el de un dragón, un fuego poderoso. La reina le puso el nombre de Katia.
La reina a escondidas de su marido, le enseñó la bondad y el bien a su hija. Cuando se enteró, el malvado rey fue él mismo a la habitación donde estaba la reina y la decapitó. Katia presenció la muerte de su madre, y le juró que la vengaría.
Al cumplir quince años, Katia se escapó de palacio y se unió al ejército que capitaneaban los dragones del bien. Allí se encontró con los hijos de su tía, se hicieron muy amigos, por así decirlo, inseparables. También allí encontró el amor por un joven cabalgador de dragón.
A los diecisiete los dragones del bien decidieron batallar contra el malvado tirano, Katia se enfrentó a su padre en estado de encinta, ganó la batalla milagrosamente, y, en vez de tener un hijo, tuvo dos: Tiana, la princesa de Santer, la mayor y dominadora, y Eric, el heredero de Santer y creador. Aquellos dos jóvenes principitos, que, cuya vida aún no se ha escrito, pero pronuncian las estrellas, que escribirán sus nombres con oro en la historia de su mundo, en la historia de Santer.
Nayara Dis'Cober-
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
mm... suena interesante tu historia...
tengo curiosidad de saber como sigue ^^
tengo curiosidad de saber como sigue ^^
Riku Black- Ravenclaw
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
-Empuja Katia, empuja.
-¡No puedo! ¡DUELE!
Una mujer estaba tumbada sobre una lujosa cama en una lujosa habitación. A su lado estaba sentado su marido, agarrándole la mano, dándole fuerzas. Entre las piernas de la mujer había una gran mancha de sangre, estaba de parto.
-Buenas noches, mi reina.
En la habitación entró una mujer de cuarenta y cinco años, vestida aún con un camisón, ella se arrodilló.
-¡NO TE ARRODILLES Y HAZ ALGO!-chilló con todas sus fuerzas la reina.
La mujer se apresuró a levantarse corriendo, cogió una silla y se sentó delante de la mancha de sangre.
-Ya está casi fuera, aguanta, mi reina.
La reina apretó con fuerza la mano de su marido, un hombre alto de diecinueve años, rubio y de ojos azules. La reina era una mujer de diecisiete años, ojos marrones oscuros y pelo negro.
-Kewart…-susurró la reina.
-¿Sí?-respondió el hombre.
-Si te entran ganas de aumentar la familia… ¡DA A LUZ TÚ!
El hombre la miró, entonces sólo se le ocurrió sonreír.
-Vale, ni se me pasará por la cabeza.
-Katia, empuja cuando yo te diga tres, ¿Sí?
-Vale.
-Una, dos y ¡tres!
La reina empujó con todas sus fuerzas, seguidamente gritó.
-Bien, ya casi está, se le ve la cabeza. Venga, una dos y ¡tres!
La reina chilló, seguidamente se oyó un llanto, el llanto del primer hijo de la reina.
En la cueva de los dragones
Estaba sólo, sólo un dragón plateado, tumbado sobre el frío suelo. Pidió a un mago que le durmiera hasta que el que estaba destinado a montarle naciera, llevaba siglos durmiendo, sumido en aquel eterno sueño, esperando a su cabalgador. El dragón era hermoso, simplemente hermoso, pero cuando se oyó el primer llanto del príncipe abrió los ojos, los ojos negros y se incorporó. Ya había nacido.
De vuelta al Castillo
Kewart salió de la habitación con un fardo en los brazos, allí esperaban una mujer, un hombre y un anciano.
-¿Cómo está Katia?-preguntó la mujer, que estaba abrazada al hombre-. ¿Y el bebé?
Kewart les sonrió y le enseñó el fardo, era un pequeño bebé del que tenía un único mechón de pelo, de un negro metálico, que le caía sobre los ojos, pero sus ojos, curiosos miraban a los presentes, y eran un azul claro, como los de su padre.
-Katia está bien, pero aún tiene que dar a luz otro bebé. Esta es una chica.
-¡Es guapísima!-exclamó la mujer y se separó del hombre.
-Verónica, estate quieta.
-¿La has visto, Tomás?-susurró la mujer-. Es una muñequita.
El bebé miró a la mujer, y sonrió.
-Está destinada ha hacer grandes cosas-dijo el anciano-. Igual que su hermano.
-¿Cómo lo sabes? Aún no ha nacido.
-Porque su futuro está anclado al de su hermano, porque, si en vez de dos, fueran uno solo, sería la criatura perfecta.
El bebé volteó la vista al anciano, sus ojos azules eran penetrantes, hermosos.
-Y será una buena dominadora-añadió el anciano.
-Banetor, es una recién nacida-dijo el padre.
-No, es un milagro, ella y su hermano.
-Pero…
-Ella acabará lo que empezó Katia. Irá a donde la reina paró.
-Entonces…
-¡Kewart!
-Entonces Katia va ha dar a luz a su segundo hijo. Ve ha acompañarla.
-Voy. Verónica te dejo a cargo del bebé.
-¿De veras quieres matarla? Es muy guapa-dijo Tomás mientras Verónica le cogía.
La mujer le sacó la lengua y miró al bebé.
-Yo soy tu tía Verónica-le dijo despacio.
-Pobrecita-murmuró Tomás.
Kewart entró en la habitación a todo correr. Katia le miró con aire suplicante y le cogió la mano.
-Tranquila, pronto pasará.
Katia gritó con todas sus fuerzas.
-Era una niña, es preciosa, Katia. Tiene tu tono de piel, tu pelo, pero tiene mis ojos.
La reina volvió a gritar.
-¿Sabes lo mejor? Que es nuestra hija.
La mujer volvió a gritar, mientras unas lágrimas bajaban por sus mejillas.
-¿Cómo quieres que la llamemos?
-Ti…Tiana.
-Tiana…es un nombre muy bonito. ¿Y a éste? ¿Si es chico?
-Er…Eric.
-Eric…también es muy bonito. Tienes unos buenos gustos sobre los nombres. ¿Y si es chica?
Katia gritó mientras lloraba.
-Katia, hazme caso. Ignora todo lo demás, ¿cómo le llamaremos si es chica?
-Li…Lilian.
-Lilian, qué bonito el nombre.
La reina chilló con todas sus fuerzas.
-Mírame, vamos ha ser la familia perfecta, tú, yo, los niños, será maravilloso.
-¿Si…?
-Claro, claro que sí. Será maravilloso, seremos la familia perfecta.
Katia sonrió, pero después chilló.
-Ya está casi afuera, a la de tres. Una, dos y ¡tres!
La reina volvió a chillar, después notó como algo salía de ella, pero no oyó ningún llanto, sólo silencio.
-¿Q…qué pasa? ¿Y el bebé?
Silencio. Kewart se levantó y se acercó a la mujer. Ella cogió al bebé y lo miró. Su esposo y la matrona hablaron, pero la reina no logó enterarse.
-¿Qué sucede?
Los dos la ignoraron, la reina se incorporó preocupada.
-¿¡Qué pasa con mi bebé!?
Al final Kewart lo cogió con sumo cuidado.
-Nada mi amor, nada. Es un chico, y guapísimo, es rubio, pero tiene unos ojos marrones oscuros, y sonríe al mundo.
-¿Puedo verlo?
-Toma.
El cabalgador le dio el bebé a su mujer. Era pequeño, y de piel arrugada, pero era guapísimo, sus ojos oscuros contrataban con la palidez de su piel, y con el mechón de pelo rubio que le caía sobre los ojos, y tenía una sonrisa sólo para su madre.
-Es…-susurró Katia con lágrimas en los ojos.
-Toc-toc. ¿Se puede?
La puerta se abrió y entraron Tomás, Banetor y Verónica, que llevaba la primogénita hija de la reina.
-¿Cómo está mi primita favorita?-preguntó Verónica y se sentó al otro lado de la reina.
-A ver, ¿A quién se le ha pasado por la cabeza darle el bebé a Verónica?-preguntó la reina.
-Yo no-dijo Tomás-. Fue Kewart.
-Me llamaste-se defendió su marido.
-Vale, vale. Toma a Eric-la reina le entregó el bebé a su marido-. ¿Me dejas coger a mi hija?
-Claro, toma-dijo Verónica algo triste.
-Es guapísima-susurró la reina-. Hola Tiana.
La princesita sonrió y alzó las manos a su madre.
-Serás una buena princesa, y tú un buen rey-dijo mirando a su hijo.
-¿Cómo?
-Tiana es una dominadora, Eric es un creador. Son dos criaturas complementarias.
Banetor sonrió y asintió.
-Eso dije yo. Tienen un destino en común, sólo un alma, pero está dividido en dos cuerpo.
Nayara Dis'Cober-
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Me esta gustando mucho, aunque la veo muy rapida, pero esta muy muy bien. De momento te doy 30 Galeones por tu historia hermosa ^^
Baru_Chan- Admin
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Está muy bien la historia, quisiera saber como sigue .
Dixy-
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Gracias por leeros la historia Aquí dejo un poco del 1º capítulo
Dos espadas chocaron entre sí. Un ataque, una defensa, una defensa, un ataque, un ataque, un esquivo. Los dos guerreros estaban concentrados, uno en los movimientos del otro. Uno de los guerreros era un elfo, el otro una chiquilla humana de casi trece años.
El elfo tenía el pelo castaño, unos ojos almendrados y todo lo típico de los de su raza: orejas puntiagudas, altos… La muchacha tenía el pelo negro, largo y lacio, la piel bronceada, y unos ojos asombrosamente azules, un azul claro como el cielo.
El elfo la atacó, la muchacha lo esquivó y golpeó su espada para que no adelantase más y la golpeara.
-Buen movimiento, Tiana-la felicitó el elfo.
-Gracias maestro.
La joven saltó y se subió al bordillo de una fuente, que estaba en medio del patio, así para no tener que mirar arriba para mirar al elfo. Este sonrió e hizo un ataque bajo, la joven saltó para esquivarlo, y como el elfo pensó, cayó demasiado cerca del bordillo. El elfo la agarró la muñeca para que no se cayese y le puso el filo de su espada en el cuello de ella. Tiana fue a golpear la espada, pero él la soltó y cayó a la fuente.
-No hay nada mejor que un baño por la mañana, ¿no Tiana?
La joven le lanzó una mirada fulminante y se levantó. ¡Estaba completamente empapada! No le hubiera importado, pero cuando llegara su hermano mellizo tendría que ir a su clase con Banetor, uno de sus maestros. Le enseñaba la historia de Santer a su hermano, su prima segunda de dos años menor que ellos y a ella. No era una de sus clases preferidas, pero según su madre, la reina Katia, era muy importante.
El flequillo le tapaba los ojos, salió de la fuente, cogió los pliegues de la camiseta y los escurrió. Oyó como alguien reía, era un chico de su edad, rubio, de piel clara y ojos marrones oscuros, era su hermano mellizo, Eric.
-¡Estás…estás ridícula!-se burló y empezó a reírse.
-¿Sí, hermanito?
Tiana sonrió pícaramente, agarró la mano de su hermano y le tiró a él también a la fuente. Eric, también empapado, farfulló un juramento en la lengua enana que había oído decir.
-¿¡Cómo…!?
-Así los dos vamos a ir fresquitos a las clases con Banetor-dijo Tiana sonriendo.
-Serás…-empezó a decir.
-Mis príncipes-llamó el elfo-. Si tenéis ahora una clase con Banetor, será mejor que os vayáis a cambiar.
-Tiene razón.
-Luego vengo para seguir practicando.
Ambos fueron a su habitación, estaba en los más alto de la torre este, era amplia, sus ventanas daban a Frinicia, la capital de Santer, el país donde vivían, tenía dos camas, dos escritorios, un gran armario y varios retratos. Tiana cogió una camisa y un pantalón para su hermano y para ella una blusa y otro pantalón. ¿Quién decía que al ser princesa sólo podía ponerse túnicas, vestidos y más túnicas?
-¿Qué hacemos con la ropa?-preguntó su hermano.
-Tengo una idea.
Su hermano era un creador, creaba el fuego, por eso era el heredero, aunque no podía dominarlo, pero ella sí, más bien, era lo único que podía hacer con el fuego, no podía crearlo, no tenía la suficiente energía.
-La última vez que dijiste eso nos escapamos de palacio, nos pillaron y se nos cayó el pelo.
Tiana puso los ojos en blanco y se recogió el pelo en una coleta.
-Eso sucedió hace más de dos años.
-Tres exactamente.
-Pero por las escapadas conocimos a Alex y Sandra.
Alex y Sandra eran unos mellizos como ellos, hijos de un mercader y su esposa, los conocieron en una de sus escapadas. Eran sus mejores amigos. Venían a palacio al atardecer cuando los príncipes habían acabado sus clases. Allí pasaban el tiempo hablando y jugando en el jardín.
Alex era un muchacho de su edad, tenía el pelo negro y unos ojos marrones, era un poco arisco y desconfiado, pero era buena persona. Su hermana Sandra tenía el pelo castaño oscuro y unos ojos marrones, al contrario que su hermano, era simpatía y cariñosa, humilde y en sus ojos siempre brillaba la alegría.
-Tienes razón, pero no me gustan tus ideas.
La joven le sacó la lengua.
Dos espadas chocaron entre sí. Un ataque, una defensa, una defensa, un ataque, un ataque, un esquivo. Los dos guerreros estaban concentrados, uno en los movimientos del otro. Uno de los guerreros era un elfo, el otro una chiquilla humana de casi trece años.
El elfo tenía el pelo castaño, unos ojos almendrados y todo lo típico de los de su raza: orejas puntiagudas, altos… La muchacha tenía el pelo negro, largo y lacio, la piel bronceada, y unos ojos asombrosamente azules, un azul claro como el cielo.
El elfo la atacó, la muchacha lo esquivó y golpeó su espada para que no adelantase más y la golpeara.
-Buen movimiento, Tiana-la felicitó el elfo.
-Gracias maestro.
La joven saltó y se subió al bordillo de una fuente, que estaba en medio del patio, así para no tener que mirar arriba para mirar al elfo. Este sonrió e hizo un ataque bajo, la joven saltó para esquivarlo, y como el elfo pensó, cayó demasiado cerca del bordillo. El elfo la agarró la muñeca para que no se cayese y le puso el filo de su espada en el cuello de ella. Tiana fue a golpear la espada, pero él la soltó y cayó a la fuente.
-No hay nada mejor que un baño por la mañana, ¿no Tiana?
La joven le lanzó una mirada fulminante y se levantó. ¡Estaba completamente empapada! No le hubiera importado, pero cuando llegara su hermano mellizo tendría que ir a su clase con Banetor, uno de sus maestros. Le enseñaba la historia de Santer a su hermano, su prima segunda de dos años menor que ellos y a ella. No era una de sus clases preferidas, pero según su madre, la reina Katia, era muy importante.
El flequillo le tapaba los ojos, salió de la fuente, cogió los pliegues de la camiseta y los escurrió. Oyó como alguien reía, era un chico de su edad, rubio, de piel clara y ojos marrones oscuros, era su hermano mellizo, Eric.
-¡Estás…estás ridícula!-se burló y empezó a reírse.
-¿Sí, hermanito?
Tiana sonrió pícaramente, agarró la mano de su hermano y le tiró a él también a la fuente. Eric, también empapado, farfulló un juramento en la lengua enana que había oído decir.
-¿¡Cómo…!?
-Así los dos vamos a ir fresquitos a las clases con Banetor-dijo Tiana sonriendo.
-Serás…-empezó a decir.
-Mis príncipes-llamó el elfo-. Si tenéis ahora una clase con Banetor, será mejor que os vayáis a cambiar.
-Tiene razón.
-Luego vengo para seguir practicando.
Ambos fueron a su habitación, estaba en los más alto de la torre este, era amplia, sus ventanas daban a Frinicia, la capital de Santer, el país donde vivían, tenía dos camas, dos escritorios, un gran armario y varios retratos. Tiana cogió una camisa y un pantalón para su hermano y para ella una blusa y otro pantalón. ¿Quién decía que al ser princesa sólo podía ponerse túnicas, vestidos y más túnicas?
-¿Qué hacemos con la ropa?-preguntó su hermano.
-Tengo una idea.
Su hermano era un creador, creaba el fuego, por eso era el heredero, aunque no podía dominarlo, pero ella sí, más bien, era lo único que podía hacer con el fuego, no podía crearlo, no tenía la suficiente energía.
-La última vez que dijiste eso nos escapamos de palacio, nos pillaron y se nos cayó el pelo.
Tiana puso los ojos en blanco y se recogió el pelo en una coleta.
-Eso sucedió hace más de dos años.
-Tres exactamente.
-Pero por las escapadas conocimos a Alex y Sandra.
Alex y Sandra eran unos mellizos como ellos, hijos de un mercader y su esposa, los conocieron en una de sus escapadas. Eran sus mejores amigos. Venían a palacio al atardecer cuando los príncipes habían acabado sus clases. Allí pasaban el tiempo hablando y jugando en el jardín.
Alex era un muchacho de su edad, tenía el pelo negro y unos ojos marrones, era un poco arisco y desconfiado, pero era buena persona. Su hermana Sandra tenía el pelo castaño oscuro y unos ojos marrones, al contrario que su hermano, era simpatía y cariñosa, humilde y en sus ojos siempre brillaba la alegría.
-Tienes razón, pero no me gustan tus ideas.
La joven le sacó la lengua.
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Está muy guapo, ¿pero lo vas escribiendo o ya lo has escrito todo?
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Esa pregunta tambien me la hacia yo jajajaj. Tienes una gran imaginacion. Te doy otros 10 Galeones por este otro trocito de la historia
Baru_Chan- Admin
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Lo tengo escrito ya, y si me dejaran coger más el ordenador ya tendría la historia terminada (((más que nada porque me la sé entera, llevo como que un año con la historia metida en la cabeza, me he opsesionado y todo xD)))
Aquí dejo algo más...
-¿Vas ha escucharme? Bien, crea una pequeña bola de fuego, yo lo dominaré y calentaré la ropa.
Eric asintió y se concentró, aunque era creador, no se le daba muy bien las proporciones de fuego. Extendió las manos e intentó crear una pequeña bola de fuego, ésta se dirigió hacia la pared, pero con un gesto de Tiana paró. Y con un movimiento de brazo hizo que fuera hasta la ropa mojada y que girara alrededor de ella calentándola.
-Da igual Tiana, luego la secamos, ahora vayamos a la clase con Banrtor antes de que se de cuenta.
-Está bien.
Su hermano salió de la habitación y antes de que Tiana saliera chasqueó los dedos e hizo que la bola de fuego desapareciera. Ambos corrieron hasta la biblioteca, donde daban sus clases de historia con Banetor. Entraron en la sala jadeando. La habitación era una de las más amplias del palacio, las estanterías llegaban al techo, había una gran mesa alargada en medio de la sala. Rosa, su prima, estaba sentada en una de las sillas y escribía algo en un cuaderno forrado de cuero. Su prima era una muchacha de once años, tenía el pelo largo y castaño y unos ojos grises, era alegre e inocente. Los dos se sentaron a su lado inmediatamente, la chica guardó el cuaderno nada más verles.
-Menos mal que aún no ha llegado Banetor-susurró Eric.
-Siento no poder complacerle.
Oh no, Banetor estaba allí. Era un hombre de tercera edad, de cabello blanco y larga barba, llevaba el típico sombrero gris puntiagudo de los magos, vestía también una túnica de gris ceniza.
-Llegáis tarde-susurra el anciano.
-Lo sentimos, pero a Tiana le gusta la fuente que hay en medio del patio.
-¿Cómo que la fuente?
-Bueno, estaba practicando con Gabriel y me caí a la fuente, Eric empezó a reírse de mí y lo tiré al agua. Estábamos empapados, fuimos a nuestra habitación y nos cambiamos de ropa, por eso hemos tardado tanto.
Banetor la miró, luego asintió.
-Estaba pensando en hacer una clase divertida hoy, pero al haber llegado tarde se me han quitado las ganas.
Los tres abrieron mucho los ojos y miraron a Banetor, ¡no era justo! La primera vez que llegan tarde a su clase y no había su primera clase divertida.
-No es justo-susurró su hermano.
Tiana suspiró, tenía razón. Deslizó la mano por la parte inferior del sillón de la silla. ¡Ahí estaba! Sacó un cuaderno de cuero muy bien sujeto, cogió una pluma y empezó a escribir.
“Día del Lobo, cuadragésimo cuarto día, Semana de los Animales, vigésimo tercera del mes Marbril, décimo tercer año de la Era de la Vida.
Hoy estaba practicando con la espada con Gabriel, cuando me tiró a la fuente. Llegó mi hermano y empezó a reírse de mí, entonces yo le tiré a él a la fuente. Quedamos empapados, subimos a la habitación y nos cambiamos. Llegamos tarde a la clase con Banetor, y él, a traición había pensado en hacer una clase divertida, y nos quedamos sin ella. ¡No es justo!”
-Hoy hablaremos de los dragones-prosiguió Banetor-. Aquellas hermosas criaturas que vuelan en los cielos.
“Los dragones son la única especie que puede nombrar el cambio de eras. Ya sabéis que los dragones son nunca mueren de la vejez, pero mueren si les asesinan. Escogen a un cabalgador para entrenarlo y que lo monte, si matan al cabalgador, el dragón también muere, pero si muere de viejo, su dragón sigue viviendo, es una de las muchísimas cosas que no llegaremos a entender de los dragones.”
Mientras Banetor explicaba, la pluma de Tiana seguía moviéndose.
“Banetor está explicando algo sobre los dragones… Espera un segundo… ¿dragones?”
La princesa alzó la cabeza y por primera vez en mucho tiempo, atendió a lo que decía Banetor.
Aquí dejo algo más...
-¿Vas ha escucharme? Bien, crea una pequeña bola de fuego, yo lo dominaré y calentaré la ropa.
Eric asintió y se concentró, aunque era creador, no se le daba muy bien las proporciones de fuego. Extendió las manos e intentó crear una pequeña bola de fuego, ésta se dirigió hacia la pared, pero con un gesto de Tiana paró. Y con un movimiento de brazo hizo que fuera hasta la ropa mojada y que girara alrededor de ella calentándola.
-Da igual Tiana, luego la secamos, ahora vayamos a la clase con Banrtor antes de que se de cuenta.
-Está bien.
Su hermano salió de la habitación y antes de que Tiana saliera chasqueó los dedos e hizo que la bola de fuego desapareciera. Ambos corrieron hasta la biblioteca, donde daban sus clases de historia con Banetor. Entraron en la sala jadeando. La habitación era una de las más amplias del palacio, las estanterías llegaban al techo, había una gran mesa alargada en medio de la sala. Rosa, su prima, estaba sentada en una de las sillas y escribía algo en un cuaderno forrado de cuero. Su prima era una muchacha de once años, tenía el pelo largo y castaño y unos ojos grises, era alegre e inocente. Los dos se sentaron a su lado inmediatamente, la chica guardó el cuaderno nada más verles.
-Menos mal que aún no ha llegado Banetor-susurró Eric.
-Siento no poder complacerle.
Oh no, Banetor estaba allí. Era un hombre de tercera edad, de cabello blanco y larga barba, llevaba el típico sombrero gris puntiagudo de los magos, vestía también una túnica de gris ceniza.
-Llegáis tarde-susurra el anciano.
-Lo sentimos, pero a Tiana le gusta la fuente que hay en medio del patio.
-¿Cómo que la fuente?
-Bueno, estaba practicando con Gabriel y me caí a la fuente, Eric empezó a reírse de mí y lo tiré al agua. Estábamos empapados, fuimos a nuestra habitación y nos cambiamos de ropa, por eso hemos tardado tanto.
Banetor la miró, luego asintió.
-Estaba pensando en hacer una clase divertida hoy, pero al haber llegado tarde se me han quitado las ganas.
Los tres abrieron mucho los ojos y miraron a Banetor, ¡no era justo! La primera vez que llegan tarde a su clase y no había su primera clase divertida.
-No es justo-susurró su hermano.
Tiana suspiró, tenía razón. Deslizó la mano por la parte inferior del sillón de la silla. ¡Ahí estaba! Sacó un cuaderno de cuero muy bien sujeto, cogió una pluma y empezó a escribir.
“Día del Lobo, cuadragésimo cuarto día, Semana de los Animales, vigésimo tercera del mes Marbril, décimo tercer año de la Era de la Vida.
Hoy estaba practicando con la espada con Gabriel, cuando me tiró a la fuente. Llegó mi hermano y empezó a reírse de mí, entonces yo le tiré a él a la fuente. Quedamos empapados, subimos a la habitación y nos cambiamos. Llegamos tarde a la clase con Banetor, y él, a traición había pensado en hacer una clase divertida, y nos quedamos sin ella. ¡No es justo!”
-Hoy hablaremos de los dragones-prosiguió Banetor-. Aquellas hermosas criaturas que vuelan en los cielos.
“Los dragones son la única especie que puede nombrar el cambio de eras. Ya sabéis que los dragones son nunca mueren de la vejez, pero mueren si les asesinan. Escogen a un cabalgador para entrenarlo y que lo monte, si matan al cabalgador, el dragón también muere, pero si muere de viejo, su dragón sigue viviendo, es una de las muchísimas cosas que no llegaremos a entender de los dragones.”
Mientras Banetor explicaba, la pluma de Tiana seguía moviéndose.
“Banetor está explicando algo sobre los dragones… Espera un segundo… ¿dragones?”
La princesa alzó la cabeza y por primera vez en mucho tiempo, atendió a lo que decía Banetor.
Nayara Dis'Cober-
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Me encanta, quiero saber como sigue la historia
Dixy-
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Pues chica tienes una mente de oro de verdad que cosas mas buenas escribes. Te doy otros 10 galones por este trocito
Baru_Chan- Admin
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Gracias por los comentarios (((y por los galeones))) ((((((no me hagáis caso))))
Aquí más:
-Los dragones más poderos pueden trasformarse en humanos. Los dragones son muy selectos a lo que se refiere a sus cabalgadores. Como sabréis hay dos tipos de dragones: los dragones del bien, y los dragones del mal.
-Sí lo sabemos-dijo Tiana-. ¿Pero por qué?
Todos los presentes de la sala miraron a Tiana asombrados: ¡Era una de las primeras veces que atendía en clase!
-Yo no soy el más apropiado para decírtelo.
El anciano mago se internó en una fila de estanterías.
-¿Entonces quién?
-Kimerpzarc, el líder de los dragones. Pero como no lo tenemos aquí y nadie sabe dónde está, te lo contará esto.
Banetor le tendió un grueso códice, muy antiguo, se titulaba: Los dragones y la Historia. Tiana lo cogió con cuidado.
-Te contará toda la historia de Santer, todo está en este libro. Léetelo y sabrás muchas cosas, o mejor dicho, leéroslo los tres. Bien, fin de la clase, en el libro está todo y más de lo que quería contaros hoy.
El mago salió dejándolos a solas.
-¿Lo leemos?-preguntó Rosa.
-Sí-dijo Eric-. Empieza Tiana.
La joven abrió el libro, la primera hoja estaba en blanco, pasó a la siguiente donde podía el título, pasó a la tercera que decía: “Valiente lector, vas ha leer toda la historia de Santer contada por la familia Oriel”. Pasó la siguiente hoja, esta estaba escrita desde el principio al fin, Tiana tragó saliva, respiró hondo y empezó a leer en voz alta.
-“Mi nombre es Jacfos Oriel, soy un famoso cronista y vivo en la Edad Dorada, donde los dragones producen la paz, donde los ciudadanos son escuchados y respetados, aunque hay algunas disputas entre los príncipes, ya que los reyes deben elegir entre sus hijos al futuro rey, donde no hay ningún racismo por las razas y todas viven en ciudades y pueblos en paz. Pero todo no es de color rosa, aunque muchos sean indiferentes a este tema, resulta que hay un grupo de dragones rebeldes que no desean la paz. Ahora mismo estoy en la Guarida de los Dragones, no estoy aquí por gusto, sino porque ahora están reunidos Xurk, el representante de los dragones renegados y Kim, el líder de los dragones. Debo añadir que sus verdaderos nombres son Xurkipyent y Kimerpzarc, pero nadie puede llamarlos por sus verdaderos nombres, sólo tiene derecho el rey de Manerkot, pero ambos han hecho una excepción conmigo al decírmelos, pero soy un cronista, he de escribir todo.”
Tiana se inclinó más sobre el libro mientras que muchas preguntas acudían sin control a su mente. ¿Dónde está Manerkot? ¿Su madre no le había dicho que ese suceso ocurrió en Santer? ¿Su madre le había mentido o tenía una mala información? ¿De qué le sonaba Xurkipyent? Cerró los ojos intentando de recordarlo. Una canción elfa… ¡Ya lo tenía, ese era el nombre del dragón de su abuelo! Ladeó la cabeza y volvió a la lectura intrigada.
“Kim es un gran dragón plateado, sus ojos son de un color que a primera vista es negro, pero si lo miras más atentamente son marrones. Al contrario, Xurk es un dragón verde oscuro y de ojos verde vivo. El grupo de que Xurk era pequeño comparado con el de Kim.
-Me has llamado-dijo Kim y su voz retumbó en las rocas-. Di para qué.
-Deberías saberlo hermano, eres el veterano de la familia.
-¡Basta!-rugió el dragón-. Yo ya no soy tu hermano.
-¿Ahora reniegas de mí?
-No importa lo que yo haga o deje de hacer, sino lo que haces tú.
-Oh, pues yo llamarte a ti.
Kim gruñó y Xurk empezó a formárselo en serio.
-Kimerpzarc hijo de Graetnorp, te reto a otro duelo. Si gano, yo seré el nuevo líder dragón, si ganas tú, la paz será restaurada.
-Xurkpyent, no has hecho daño y nunca lo harás.
-Ahora mismo no, pero puedo hacer muchas cosas.
-Eso lo quiero ver.
-Pues lo harás. Quería hacer esto después de matarte, cuando sea líder de los dragones, pero si quieres que lo haga ahora.
Un dragón se abalanzó sobre Kim y le intentó morder. Otro dragón fue a defender a su líder, éste era hembra. Al ver como no podía matar al líder de los dragones, el dragón fue a matar a la presa más fácil, la dragona.
-¡Zaskiarye!-gritó Kim.
La dragona se desplomó muerta en el suelo. Xurk caminó hasta ella.
-Necesitaba la sangre de mi hermano, pero la de mi hermana también sirve.
Dicho esto, Xurk bebió de la sangre de su hermana.
-Yo, Xurkpyent hijo de Graetnorp, me separo de mi raza y creo una surraza de los dragones, esta sangre hará que todos lo dragones que la beban se hagan dragones del mal o malignos, los que no lo beban serán dragones del bien o benignos.
Todos los dragones del bando de Xurk se aproximaron a Zaskiarye y bebieron de su sangre. Todos los demás dragones gruñeron por el atrevimiento de sus antiguos hermanos dragones. Los ahora dragones malignos se mostraron orgullosos ante los dragones benignos.
-Ahora estamos separados. ¡Y yo anuncio que la edad dorada ha acabado!-anunció Xurk, mientras los dragones del bien parecían preocupados-. ¡Y también anuncio que próximamente comenzará la edad del miedo, de la destrucción! ¡La Edad de los dragones malignos!
Los dragones malignos rugieron siguiendo a su jefe, éste salió volando por una salida en el techo, mientras todos sus esbirros le seguían.
-Kim-susurré presa del pánico, es la primera vez que hablo de mí en las crónicas que hago, pero nunca había presenciado nada tan terrorífico-. ¿Es verdad lo que ha dicho Xurk? ¿La raza de los dragones se ha dividido en dos?
Kim me miró, noté como en sus ojos había una profunda tristeza por la muerte de su hermana y la separación de su hermano.
-Creo que sí, Jacfos. Pero ningún dragón del bien, como dicen ellos, descansará hasta que todos los dragones del mal estén muertos. Para que la paz se restaure.
Yo asentí, temeroso. Recogí mis apuntes, Kim se agachó para que yo pudiera montar sobre él, cosa que muchos príncipes y reyes matarían por hacer, subí sobre él y me agarré lo más fuerte posible a sus escamas plateadas. Cuando llegamos a la superficie, ya que la guarida está bajo tierra, y Kim se volvió a agachar para que yo desmontara. Cuando yo estaba en el suelo, Kim me miró, y me ordenó educadamente:
-Ve, y dile lo que ha pasado al rey, el debe ser el primero en saberlo antes de que Xurk y los suyos hagan alguna tontería. Si lo prefieres le puedo ordenar a un dragón que te lleve volando al castillo.
-No me molestaría-mentí, pero Kim supo que yo no había dicho la verdad.
-Jacfos Oriel, si no fuera estrictamente necesario, no haría esto.
Kim me agarró de la capa y me dejó caer sobre el lomo de otro dragón y éste emprendió el vuelo casi al instante, solo me dio tiempo a agarrarme bien antes de que una ráfaga de viento me golpeara en la cara.”
Aquí más:
-Los dragones más poderos pueden trasformarse en humanos. Los dragones son muy selectos a lo que se refiere a sus cabalgadores. Como sabréis hay dos tipos de dragones: los dragones del bien, y los dragones del mal.
-Sí lo sabemos-dijo Tiana-. ¿Pero por qué?
Todos los presentes de la sala miraron a Tiana asombrados: ¡Era una de las primeras veces que atendía en clase!
-Yo no soy el más apropiado para decírtelo.
El anciano mago se internó en una fila de estanterías.
-¿Entonces quién?
-Kimerpzarc, el líder de los dragones. Pero como no lo tenemos aquí y nadie sabe dónde está, te lo contará esto.
Banetor le tendió un grueso códice, muy antiguo, se titulaba: Los dragones y la Historia. Tiana lo cogió con cuidado.
-Te contará toda la historia de Santer, todo está en este libro. Léetelo y sabrás muchas cosas, o mejor dicho, leéroslo los tres. Bien, fin de la clase, en el libro está todo y más de lo que quería contaros hoy.
El mago salió dejándolos a solas.
-¿Lo leemos?-preguntó Rosa.
-Sí-dijo Eric-. Empieza Tiana.
La joven abrió el libro, la primera hoja estaba en blanco, pasó a la siguiente donde podía el título, pasó a la tercera que decía: “Valiente lector, vas ha leer toda la historia de Santer contada por la familia Oriel”. Pasó la siguiente hoja, esta estaba escrita desde el principio al fin, Tiana tragó saliva, respiró hondo y empezó a leer en voz alta.
-“Mi nombre es Jacfos Oriel, soy un famoso cronista y vivo en la Edad Dorada, donde los dragones producen la paz, donde los ciudadanos son escuchados y respetados, aunque hay algunas disputas entre los príncipes, ya que los reyes deben elegir entre sus hijos al futuro rey, donde no hay ningún racismo por las razas y todas viven en ciudades y pueblos en paz. Pero todo no es de color rosa, aunque muchos sean indiferentes a este tema, resulta que hay un grupo de dragones rebeldes que no desean la paz. Ahora mismo estoy en la Guarida de los Dragones, no estoy aquí por gusto, sino porque ahora están reunidos Xurk, el representante de los dragones renegados y Kim, el líder de los dragones. Debo añadir que sus verdaderos nombres son Xurkipyent y Kimerpzarc, pero nadie puede llamarlos por sus verdaderos nombres, sólo tiene derecho el rey de Manerkot, pero ambos han hecho una excepción conmigo al decírmelos, pero soy un cronista, he de escribir todo.”
Tiana se inclinó más sobre el libro mientras que muchas preguntas acudían sin control a su mente. ¿Dónde está Manerkot? ¿Su madre no le había dicho que ese suceso ocurrió en Santer? ¿Su madre le había mentido o tenía una mala información? ¿De qué le sonaba Xurkipyent? Cerró los ojos intentando de recordarlo. Una canción elfa… ¡Ya lo tenía, ese era el nombre del dragón de su abuelo! Ladeó la cabeza y volvió a la lectura intrigada.
“Kim es un gran dragón plateado, sus ojos son de un color que a primera vista es negro, pero si lo miras más atentamente son marrones. Al contrario, Xurk es un dragón verde oscuro y de ojos verde vivo. El grupo de que Xurk era pequeño comparado con el de Kim.
-Me has llamado-dijo Kim y su voz retumbó en las rocas-. Di para qué.
-Deberías saberlo hermano, eres el veterano de la familia.
-¡Basta!-rugió el dragón-. Yo ya no soy tu hermano.
-¿Ahora reniegas de mí?
-No importa lo que yo haga o deje de hacer, sino lo que haces tú.
-Oh, pues yo llamarte a ti.
Kim gruñó y Xurk empezó a formárselo en serio.
-Kimerpzarc hijo de Graetnorp, te reto a otro duelo. Si gano, yo seré el nuevo líder dragón, si ganas tú, la paz será restaurada.
-Xurkpyent, no has hecho daño y nunca lo harás.
-Ahora mismo no, pero puedo hacer muchas cosas.
-Eso lo quiero ver.
-Pues lo harás. Quería hacer esto después de matarte, cuando sea líder de los dragones, pero si quieres que lo haga ahora.
Un dragón se abalanzó sobre Kim y le intentó morder. Otro dragón fue a defender a su líder, éste era hembra. Al ver como no podía matar al líder de los dragones, el dragón fue a matar a la presa más fácil, la dragona.
-¡Zaskiarye!-gritó Kim.
La dragona se desplomó muerta en el suelo. Xurk caminó hasta ella.
-Necesitaba la sangre de mi hermano, pero la de mi hermana también sirve.
Dicho esto, Xurk bebió de la sangre de su hermana.
-Yo, Xurkpyent hijo de Graetnorp, me separo de mi raza y creo una surraza de los dragones, esta sangre hará que todos lo dragones que la beban se hagan dragones del mal o malignos, los que no lo beban serán dragones del bien o benignos.
Todos los dragones del bando de Xurk se aproximaron a Zaskiarye y bebieron de su sangre. Todos los demás dragones gruñeron por el atrevimiento de sus antiguos hermanos dragones. Los ahora dragones malignos se mostraron orgullosos ante los dragones benignos.
-Ahora estamos separados. ¡Y yo anuncio que la edad dorada ha acabado!-anunció Xurk, mientras los dragones del bien parecían preocupados-. ¡Y también anuncio que próximamente comenzará la edad del miedo, de la destrucción! ¡La Edad de los dragones malignos!
Los dragones malignos rugieron siguiendo a su jefe, éste salió volando por una salida en el techo, mientras todos sus esbirros le seguían.
-Kim-susurré presa del pánico, es la primera vez que hablo de mí en las crónicas que hago, pero nunca había presenciado nada tan terrorífico-. ¿Es verdad lo que ha dicho Xurk? ¿La raza de los dragones se ha dividido en dos?
Kim me miró, noté como en sus ojos había una profunda tristeza por la muerte de su hermana y la separación de su hermano.
-Creo que sí, Jacfos. Pero ningún dragón del bien, como dicen ellos, descansará hasta que todos los dragones del mal estén muertos. Para que la paz se restaure.
Yo asentí, temeroso. Recogí mis apuntes, Kim se agachó para que yo pudiera montar sobre él, cosa que muchos príncipes y reyes matarían por hacer, subí sobre él y me agarré lo más fuerte posible a sus escamas plateadas. Cuando llegamos a la superficie, ya que la guarida está bajo tierra, y Kim se volvió a agachar para que yo desmontara. Cuando yo estaba en el suelo, Kim me miró, y me ordenó educadamente:
-Ve, y dile lo que ha pasado al rey, el debe ser el primero en saberlo antes de que Xurk y los suyos hagan alguna tontería. Si lo prefieres le puedo ordenar a un dragón que te lleve volando al castillo.
-No me molestaría-mentí, pero Kim supo que yo no había dicho la verdad.
-Jacfos Oriel, si no fuera estrictamente necesario, no haría esto.
Kim me agarró de la capa y me dejó caer sobre el lomo de otro dragón y éste emprendió el vuelo casi al instante, solo me dio tiempo a agarrarme bien antes de que una ráfaga de viento me golpeara en la cara.”
Nayara Dis'Cober-
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Dios mio dios mio dios mio.. que historia mas interesante!!!! uufff.. esto es para escribir un libro de verdad.. xikilla eres una artista. 10 Galeones mas para ti :3
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Qué bueno!!!! Sigue, sigue, que está muy interesante.
Dixy-
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Tiana se incorporó y se separo del libro.
-Esto es horrible-susurró Rosa-. Simplemente horrible.
-Que asco.
-Sí-susurró la princesa.
Los tres se quedaron en silencio, sólo se oía el tictac de un reloj de pared.
-¿Qué hacéis aquí pasmados?
Los tres se giraron, detrás de ellos, apoyada en una de las estanterías estaba Anzar, era una mujer de cuarenta años, la madurez le sentaba muy bien, sus ojos violetas los miraban pasivamente, tenía la piel oscura como la arena. Era una experta en plantas, pociones y hechizos básicos.
-Hola maestra. Es que Banetor nos dio este libro para leer y no hacer la clase…y hemos leído algo…y es espeluznante-susurró Rosa.
La mujer se acercó a los jóvenes.
-¿Me permitís, princesa?-dijo Anzar y Tiana se lo dio-. Umm… “Los Dragones y la Historia”. Buen libro, sin duda. Os ayudará a entender la historia y la cultura del mundo. Leedlo, pero ahora toca mi clase.
Tiana resopló, ¡con lo que quería ir a practicar la espada con Gabriel! Pero no, tenía que quedarse en el castillo, preguntándose la procedencia de las hierbas…
-¡Tiana!
La joven volvió a la realidad, Anzar ya se había marchado, Rosa estaba en la puerta a punto de marcharse y Eric estaba se pie y la miraba. La joven resopló y se levantó. ¿Por qué ella?
Media hora para que acabara la clase, e ir por fin con Gabriel… ¡Qué ganas! Pero por ahora no. Estaban en un pequeño bosque cercano a Frinicia, en un pequeño claro. Ella estaba subida a un árbol, y se suponía que estaba comprobando la evolución de los animales que viven en él, pero ella estaba sentada en una rama oculta entre sus hojas, apoyando la espalda en una rama, recitando en voz baja los movimientos teóricos de la espada, de vez encunado, cogía un fruto del árbol y se lo comía, aburrida. Oía la explicación de Anzar, pero no la escuchaba, estaba más pendiente a sus conocimientos teóricos. La princesa resopló antes de darle un bocadito más al fruto. Entonces Anzar paró de explicar y Tiana temió que se hubiera acordado de ella.
-Señorita Anzar, vengo a llevarme a Tiana.
La joven escupió el trozo del fruto que tenía en la boca sin querer y apartó las ramas con urgencia.
-¡Gabriel! ¡Vienes a rescatarme!-exclamó la joven al apartar las suficientes ramas para que la pudieran ver.
-¿A qué viene esta interrupción?-preguntó Anzar, algo molesta.
-Vamos Anzar, los dos sabemos que tenías a Tiana en tu clase, pero no atendía, es más, podría decirse que estaba en cuerpo, pero su alma estaba muy lejos.
-Los cuatro-corrigió Eric.
-Está bien-aceptó Anzar-. Por esta vez, no os acostumbréis.
Tiana sonrió, cogió otro fruto para comérselo de camino.
-¡Eric! ¡Cógelo!
La joven le tiró el fruto, mientras el heredero lo cogió algo torpe. La princesa sonrió y bajó habilidosamente del árbol.
-¿Qué te dije, Anzar? Es mejor que haga algo en vez de que se convierta en fantasma.
-En ese tema no es como su madre.
-Lo sé, es más, un pequeño prototipo del padre.
Tiana les sonrió mientras limpiaba con la manga el fruto.
-¿Vamos? He estado calculando, y ya sé como puedo vencerte.
El elfo puso los ojos en blanco y salió del claro, la joven le siguió, pero antes de perderse en la espesura del bosque, se despidió con la mano y salió dándole un bocado a la manzana. Corrió para ponerse a la altura de Gabriel y le sonrió.
-Gracias por sacarme de ahí.
-No me tienes que dar las gracias, te hubiera dejado, pero tu madre quiere ponerte a prueba antes de la ceremonia, y aún no estás preparada para enfrentarte a ella.
-Esto es horrible-susurró Rosa-. Simplemente horrible.
-Que asco.
-Sí-susurró la princesa.
Los tres se quedaron en silencio, sólo se oía el tictac de un reloj de pared.
-¿Qué hacéis aquí pasmados?
Los tres se giraron, detrás de ellos, apoyada en una de las estanterías estaba Anzar, era una mujer de cuarenta años, la madurez le sentaba muy bien, sus ojos violetas los miraban pasivamente, tenía la piel oscura como la arena. Era una experta en plantas, pociones y hechizos básicos.
-Hola maestra. Es que Banetor nos dio este libro para leer y no hacer la clase…y hemos leído algo…y es espeluznante-susurró Rosa.
La mujer se acercó a los jóvenes.
-¿Me permitís, princesa?-dijo Anzar y Tiana se lo dio-. Umm… “Los Dragones y la Historia”. Buen libro, sin duda. Os ayudará a entender la historia y la cultura del mundo. Leedlo, pero ahora toca mi clase.
Tiana resopló, ¡con lo que quería ir a practicar la espada con Gabriel! Pero no, tenía que quedarse en el castillo, preguntándose la procedencia de las hierbas…
-¡Tiana!
La joven volvió a la realidad, Anzar ya se había marchado, Rosa estaba en la puerta a punto de marcharse y Eric estaba se pie y la miraba. La joven resopló y se levantó. ¿Por qué ella?
Media hora para que acabara la clase, e ir por fin con Gabriel… ¡Qué ganas! Pero por ahora no. Estaban en un pequeño bosque cercano a Frinicia, en un pequeño claro. Ella estaba subida a un árbol, y se suponía que estaba comprobando la evolución de los animales que viven en él, pero ella estaba sentada en una rama oculta entre sus hojas, apoyando la espalda en una rama, recitando en voz baja los movimientos teóricos de la espada, de vez encunado, cogía un fruto del árbol y se lo comía, aburrida. Oía la explicación de Anzar, pero no la escuchaba, estaba más pendiente a sus conocimientos teóricos. La princesa resopló antes de darle un bocadito más al fruto. Entonces Anzar paró de explicar y Tiana temió que se hubiera acordado de ella.
-Señorita Anzar, vengo a llevarme a Tiana.
La joven escupió el trozo del fruto que tenía en la boca sin querer y apartó las ramas con urgencia.
-¡Gabriel! ¡Vienes a rescatarme!-exclamó la joven al apartar las suficientes ramas para que la pudieran ver.
-¿A qué viene esta interrupción?-preguntó Anzar, algo molesta.
-Vamos Anzar, los dos sabemos que tenías a Tiana en tu clase, pero no atendía, es más, podría decirse que estaba en cuerpo, pero su alma estaba muy lejos.
-Los cuatro-corrigió Eric.
-Está bien-aceptó Anzar-. Por esta vez, no os acostumbréis.
Tiana sonrió, cogió otro fruto para comérselo de camino.
-¡Eric! ¡Cógelo!
La joven le tiró el fruto, mientras el heredero lo cogió algo torpe. La princesa sonrió y bajó habilidosamente del árbol.
-¿Qué te dije, Anzar? Es mejor que haga algo en vez de que se convierta en fantasma.
-En ese tema no es como su madre.
-Lo sé, es más, un pequeño prototipo del padre.
Tiana les sonrió mientras limpiaba con la manga el fruto.
-¿Vamos? He estado calculando, y ya sé como puedo vencerte.
El elfo puso los ojos en blanco y salió del claro, la joven le siguió, pero antes de perderse en la espesura del bosque, se despidió con la mano y salió dándole un bocado a la manzana. Corrió para ponerse a la altura de Gabriel y le sonrió.
-Gracias por sacarme de ahí.
-No me tienes que dar las gracias, te hubiera dejado, pero tu madre quiere ponerte a prueba antes de la ceremonia, y aún no estás preparada para enfrentarte a ella.
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
O.O me estaba esperando para leer cuando hubiese mas de un trozo puesto y.... esta genial!!!
quiero mas !!!
quiero mas !!!
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Este trozo a estado un poco flojillo pero aun asi interesante. 5 Galeones
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Bueno, Baru, es que algunas veces no tengo ganas de escribir y me pongo ha escribir estupideces, pero a veces son buenas, (((por ejemplo, esta historia es una estupidez mía, que me puse a escribir cuando me bloqueé en otra)))
-¿¡Qué mi madre quiere que luche contra ella!?-me va ha dar algo.
-Sí, eso mismo pensé yo, pero tiene razón, debe saber como vas en la espada.
-Pero no estoy preparada-susurró, y se le cayó al suelo el fruto, ya que le sudaban las manos.
Gabriel se agachó, lo recogió y lo limpió con la manga de su capa.
-¡Qué vamos ha hacer! ¡Qué vamos a hacer!-exclamó la princesa atemorizada.
-Tú lucharás como nunca, y me atenderás cuando hagamos la clase teórica. Si no te repito las cosas veinte veces iremos más rápidos, y podamos hacer que consigas un aceptable con tu madre, aunque he de reconocer que no va ha ser fácil.
Tiana paró de pronto ante las puertas de Frinicia, Gabriel se giró al darse cuenta de que ya no estaba a su lado.
-No puedo hacerlo, Gabriel, es demasiado pronto, no estoy preparada y nunca lo estaré para enfrentarme a mi madre.
Gabriel la miró, le dio una bofetada, no fue muy fuerte, pero a la joven le dolió y bajó la vista.
-¡Con esa actitud claro que no!-le gritó-. Hay que ser competitivos, hasta cierto punto, sí, pero hay que competir. Y si tú sabes que no lo vas ha hacer, vete, ya que así no vas a poder estar a la altura en el mundo real.
El elfo giró sobre sus talones y entró en Frinicia sin mirarla. Al pasar delante de ellos, los soldados que estaban de guardias se tensaron. No caminó por las calles de la ciudad, se subió a las almenas de la muralla que rodeaba la ciudad y oculto observó la reacción de la princesa. No sabía si había hecho bien: quizás lograra que la princesa se espabilara, o huyera despavorida, no lo sabía, los humanos eran algo indecisos.
Tiana se llevó la mano a la mejilla dolorida, era la primera vez que alguien le pegaba así. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Alzó la cabeza, tenía ganas de llorar, pero no lo haría, tenía un orgullo, y aunque ahora estuviera por los suelos lo seguiría teniendo.
-Le demostraré a Gabriel de qué soy capaz, entonces él se dará cuenta de que estaba realmente equivocado-pensó en voz alta.
Asintió con la cabeza y entró con paso decidido en Frinicia, los guardias se arrodillaron ante ella, pero estaba pensando como derrotar al elfo como para darse cuenta.
La sombra que estaba oculto entre las almenas sonrió. Si hubiera sido un elfo, se hubiera ido, pero como dice el refrán: “El ser humano es el único que tropieza dos veces con la misma piedra”.
-¡Tiana!
La joven oyó como la llamaban, pero no le hizo mucho caso, siguió caminando hacia el castillo malhumorada.
-Tiana.
Notó como una mano se posaba en su hombro, así que no podía seguir inorándole y se giró, allí estaba su mejor amiga, Sandra. Le sonreía amistosamente.
-Hola. Lo siento, hoy no estoy de muy buen humor.
La muchacha se quedó mirándola.
-¿Qué ha pasado? Eric, ¿verdad? ¿Qué ha hecho esta vez…?
-No ha sido él-susurró la princesa y llevó la mano a la mejilla dolorida-. Gabriel.
-¿Qué ha pasado con él?
-Dijo la verdad, sólo soy una miedica que no se enfrenta a nada, y cada vez que hay que ponerse a prueba huyo atemorizada.
-Oh, Tiana-susurró ella.
-Pero cambiaré, lucharé contra mi madre y ella verá de lo buena que soy.
Sandra sonrió.
-¡Sandra! ¡Deja de hablar y ven ha ayudarme!-dijo una mujer desde la ventana de una casa.
La joven suspiró.
-¡Ya voy!-le dijo a su madre-. Tienes suerte de poder intentar impresionar a tu madre. Luego nos vemos, ahora tengo que irme. ¡Hasta luego!
Sandra corrió hacia su casa.
-Hasta luego y gracias, Sandra.
La princesa se giró y se encaminó hacia el castillo con nuevos ánimos.
-Llegas tarde-dijo Gabriel nada más verla.
Estaban en la sala de prácticas, esta era amplia y tenía una pared hecha de cristal que daba al patio, no había nada más que un armero con unas espadas de prácticas.
-Lo siento-dijo la joven mientras cogía una espada.
-¡En guardia!-avisó Gabriel.
-¿¡Qué mi madre quiere que luche contra ella!?-me va ha dar algo.
-Sí, eso mismo pensé yo, pero tiene razón, debe saber como vas en la espada.
-Pero no estoy preparada-susurró, y se le cayó al suelo el fruto, ya que le sudaban las manos.
Gabriel se agachó, lo recogió y lo limpió con la manga de su capa.
-¡Qué vamos ha hacer! ¡Qué vamos a hacer!-exclamó la princesa atemorizada.
-Tú lucharás como nunca, y me atenderás cuando hagamos la clase teórica. Si no te repito las cosas veinte veces iremos más rápidos, y podamos hacer que consigas un aceptable con tu madre, aunque he de reconocer que no va ha ser fácil.
Tiana paró de pronto ante las puertas de Frinicia, Gabriel se giró al darse cuenta de que ya no estaba a su lado.
-No puedo hacerlo, Gabriel, es demasiado pronto, no estoy preparada y nunca lo estaré para enfrentarme a mi madre.
Gabriel la miró, le dio una bofetada, no fue muy fuerte, pero a la joven le dolió y bajó la vista.
-¡Con esa actitud claro que no!-le gritó-. Hay que ser competitivos, hasta cierto punto, sí, pero hay que competir. Y si tú sabes que no lo vas ha hacer, vete, ya que así no vas a poder estar a la altura en el mundo real.
El elfo giró sobre sus talones y entró en Frinicia sin mirarla. Al pasar delante de ellos, los soldados que estaban de guardias se tensaron. No caminó por las calles de la ciudad, se subió a las almenas de la muralla que rodeaba la ciudad y oculto observó la reacción de la princesa. No sabía si había hecho bien: quizás lograra que la princesa se espabilara, o huyera despavorida, no lo sabía, los humanos eran algo indecisos.
Tiana se llevó la mano a la mejilla dolorida, era la primera vez que alguien le pegaba así. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Alzó la cabeza, tenía ganas de llorar, pero no lo haría, tenía un orgullo, y aunque ahora estuviera por los suelos lo seguiría teniendo.
-Le demostraré a Gabriel de qué soy capaz, entonces él se dará cuenta de que estaba realmente equivocado-pensó en voz alta.
Asintió con la cabeza y entró con paso decidido en Frinicia, los guardias se arrodillaron ante ella, pero estaba pensando como derrotar al elfo como para darse cuenta.
La sombra que estaba oculto entre las almenas sonrió. Si hubiera sido un elfo, se hubiera ido, pero como dice el refrán: “El ser humano es el único que tropieza dos veces con la misma piedra”.
-¡Tiana!
La joven oyó como la llamaban, pero no le hizo mucho caso, siguió caminando hacia el castillo malhumorada.
-Tiana.
Notó como una mano se posaba en su hombro, así que no podía seguir inorándole y se giró, allí estaba su mejor amiga, Sandra. Le sonreía amistosamente.
-Hola. Lo siento, hoy no estoy de muy buen humor.
La muchacha se quedó mirándola.
-¿Qué ha pasado? Eric, ¿verdad? ¿Qué ha hecho esta vez…?
-No ha sido él-susurró la princesa y llevó la mano a la mejilla dolorida-. Gabriel.
-¿Qué ha pasado con él?
-Dijo la verdad, sólo soy una miedica que no se enfrenta a nada, y cada vez que hay que ponerse a prueba huyo atemorizada.
-Oh, Tiana-susurró ella.
-Pero cambiaré, lucharé contra mi madre y ella verá de lo buena que soy.
Sandra sonrió.
-¡Sandra! ¡Deja de hablar y ven ha ayudarme!-dijo una mujer desde la ventana de una casa.
La joven suspiró.
-¡Ya voy!-le dijo a su madre-. Tienes suerte de poder intentar impresionar a tu madre. Luego nos vemos, ahora tengo que irme. ¡Hasta luego!
Sandra corrió hacia su casa.
-Hasta luego y gracias, Sandra.
La princesa se giró y se encaminó hacia el castillo con nuevos ánimos.
-Llegas tarde-dijo Gabriel nada más verla.
Estaban en la sala de prácticas, esta era amplia y tenía una pared hecha de cristal que daba al patio, no había nada más que un armero con unas espadas de prácticas.
-Lo siento-dijo la joven mientras cogía una espada.
-¡En guardia!-avisó Gabriel.
Nayara Dis'Cober-
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Este tiene un poco mas de interes pero vuelvo a darte 5 Galeones... y escuchame no son jilipolleces lo que escribes... mas quisiera yo escribir este relato que estas haciendo y tan rapido :3
Baru_Chan- Admin
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
A mi me gusta, sigue así.
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Gracias a las dos por quitarme la idea de coger todos los documentos que tengo y borrarlos todos...(((siempre me ha apetecido, nunca lo he hecho xD)))
La princesa casi no tuvo tiempo para reaccionar antes de que Gabriel le atacara con su espada. La joven rodó por el suelo para esquivarlo, cuando se quedó quieta puso la espada delante de su cuerpo, antes de dos milésimas de que la espada del elfo golpeara la suya. La joven se dio que esto era algo más que un entrenamiento, era una especie de examen, así que esa era su oportunidad de enseñar a Gabriel que sería una guerrera, que merecería el trono temporal. La joven sonrió y le dio una patada en la barriga al elfo. Éste se apartó y esperó a que ella se levantara. La princesa rodó sobre sí misma, se incorporó y atacó al elfo. Gabriel esperó a que llegara hasta él, entonces se apartó del lugar en donde estaba y Tiana perdió el equilibrio cayó al suelo, la espada cayó cerca del elfo, la joven alargó la mano para cogerla, pero él pisó la empuñadura para que no la cogiera y colocó su espada en el cuello de ella.
-Muerta-susurró el elfo-. Muerta si te hubieras enfrentado a tu madre.
Gabriel se apartó, se colocó en medio de la sala y se puso en posición de defensa. Tiana se levantó, cogió la espada mientras su mente trabajaba al cien por cien: ¿Cómo podía vencer al elfo? Era más rápido, más fuerte y tenía muchísima más experiencia que ella. Encima, aprovechaba sus ataques para dejar que perdiera el equilibrio y que pudiera desarmarla. ¿Qué podría hacer…? La joven ladeó la cabeza, colocó su espada delante de su cuerpo defendiéndose. Demostraría al elfo lo que era capaz, costase lo que costase.
Gabriel la atacó, las espadas chocaron, Tiana hizo salto y atacó al elfo, éste lo esquivó con un movimiento y atacó a la joven, las espadas chocaban, se golpeaban una contra la otra, era una especie de baile mortífero, una ráfaga de movimientos, un duelo, una lucha de las espadas. Era asombroso, las espadas parecían que estaban dirigidas solas, chocaban, casi parecían rayos que chocaban unos contra otros. Era, simplemente, hermoso, o eso le pareció a Katia, la reina de Santer.
Los observaba por el cristal, se sentó cuidadosamente en el borde de la fuente y observó a su hija. Gabriel le había contado que le había pegado a su hija, ella había asentido. Gabriel había hecho bien, ya que hace unos meses en la mente de su hija sólo cabían pajaritos en el aire. Había contemplado varios entrenamientos de su hija, y hasta ahora no se había dado cuenta de su potencial. Sería buena guerrera, eso sin duda.
El elfo golpeó tan fuerte la espada de la joven que le hizo perder el equilibrio y caer de culo. No la dejó respirar y volvió a atacarla, la espada de la joven voló lejos y cayó a unos metros, Gabriel dejó caer la espada en el cuello de la muchacha.
-Muerta por segunda vez. ¿De veras crees qué ha sido sensato venir?
La joven le fulminó con la mirada, en sus ojos se alojaban algunas lágrimas malvadas. El elfo se giró sin mirarla.
-Se acabó la clase por ahora, dentro de dos horas aquí te quiero ver.
El elfo salió de la habitación sin mirarla.
-Sí, para darte una lección-susurró-. ¡TE VENCERÉ, GABRIEL!-chilló con todas sus fuerzas-. Te lo juro, te venceré, y entonces me pedirás que te perdone, y yo no lo haré, nunca te lo perdonaré, Gabriel nunca.
La princesa se quedó ahí, quieta en el sitio, entonces escondió la cabeza entre las piernas, que las rodeó con los brazos y lloró.
Gabriel salió de la habitación con paso rápido.
-Buenos días, Gabriel.
El elfo se giró, sentada en el borde de la fuente estaba la reina Katia, le miraba con unos ojos marrones oscuros como el ébano, sobre el pelo negro como la noche llevaba puesta una corona de oro, y vestía una túnica blanca.
-Mi señora-saludó el elfo e inclinó la cabeza-. ¿Cuánto tiempo lleváis ahí?
-Casi toda la clase. Gracias Gabriel.
-¿Por qué?-preguntó algo aturdido.
-Porque ya Tiana está demostrando de que pasta está hecha. Antes no lo hacía, por eso te doy las gracias.
-De nada, es mi aprendiza, debo ayudarla.
Katia sonrió, luego se levantó.
-Bien, he de marcharme, no la mates-bromeó.
-Umm… está bien, no lo haré.
La reina sonrió y entró en el castillo. Gabriel miró por el cristal a Tiana, ahí, acurrucada sobre sí misma parecía una cría, una cría débil y asustada, pero ella no era así. El elfo ladeó la cabeza y entró en palacio.
Eric entró en el castillo después de más de una hora mirando plantas, a Rosa le había parecido interesante, pero para él un auténtico muermo.
-Rosa, ¿dónde está Tiana?
-Yo que sé, he estado contigo todo el rato. Quizás esté en la sala de prácticas.
-¿Y por qué he visto a Gabriel en el castillo?
-Ufff…Haz lo que quieras yo voy a ver en la sala de prácticas.
Rosa se encaminó al patio a ver si allí estaba Tiana, había acertado, su prima estaba tras el cristal acurrucada sobre sí misma.
-¡Eric vamos a la sala de prácticas!
-¿Por qué?
Rosa no le contestó y entró en la sala, Tiana se apartó las lágrimas. La princesita se arrodilló junto a ella. Ambas se miraron, Rosa cogió un pañuelo de la manga de su vestido y se lo tendió, la princesa de Santer le sonrió y le limpió las lágrimas más detenidamente.
-Gracias-susurró Tiana.
La princesa casi no tuvo tiempo para reaccionar antes de que Gabriel le atacara con su espada. La joven rodó por el suelo para esquivarlo, cuando se quedó quieta puso la espada delante de su cuerpo, antes de dos milésimas de que la espada del elfo golpeara la suya. La joven se dio que esto era algo más que un entrenamiento, era una especie de examen, así que esa era su oportunidad de enseñar a Gabriel que sería una guerrera, que merecería el trono temporal. La joven sonrió y le dio una patada en la barriga al elfo. Éste se apartó y esperó a que ella se levantara. La princesa rodó sobre sí misma, se incorporó y atacó al elfo. Gabriel esperó a que llegara hasta él, entonces se apartó del lugar en donde estaba y Tiana perdió el equilibrio cayó al suelo, la espada cayó cerca del elfo, la joven alargó la mano para cogerla, pero él pisó la empuñadura para que no la cogiera y colocó su espada en el cuello de ella.
-Muerta-susurró el elfo-. Muerta si te hubieras enfrentado a tu madre.
Gabriel se apartó, se colocó en medio de la sala y se puso en posición de defensa. Tiana se levantó, cogió la espada mientras su mente trabajaba al cien por cien: ¿Cómo podía vencer al elfo? Era más rápido, más fuerte y tenía muchísima más experiencia que ella. Encima, aprovechaba sus ataques para dejar que perdiera el equilibrio y que pudiera desarmarla. ¿Qué podría hacer…? La joven ladeó la cabeza, colocó su espada delante de su cuerpo defendiéndose. Demostraría al elfo lo que era capaz, costase lo que costase.
Gabriel la atacó, las espadas chocaron, Tiana hizo salto y atacó al elfo, éste lo esquivó con un movimiento y atacó a la joven, las espadas chocaban, se golpeaban una contra la otra, era una especie de baile mortífero, una ráfaga de movimientos, un duelo, una lucha de las espadas. Era asombroso, las espadas parecían que estaban dirigidas solas, chocaban, casi parecían rayos que chocaban unos contra otros. Era, simplemente, hermoso, o eso le pareció a Katia, la reina de Santer.
Los observaba por el cristal, se sentó cuidadosamente en el borde de la fuente y observó a su hija. Gabriel le había contado que le había pegado a su hija, ella había asentido. Gabriel había hecho bien, ya que hace unos meses en la mente de su hija sólo cabían pajaritos en el aire. Había contemplado varios entrenamientos de su hija, y hasta ahora no se había dado cuenta de su potencial. Sería buena guerrera, eso sin duda.
El elfo golpeó tan fuerte la espada de la joven que le hizo perder el equilibrio y caer de culo. No la dejó respirar y volvió a atacarla, la espada de la joven voló lejos y cayó a unos metros, Gabriel dejó caer la espada en el cuello de la muchacha.
-Muerta por segunda vez. ¿De veras crees qué ha sido sensato venir?
La joven le fulminó con la mirada, en sus ojos se alojaban algunas lágrimas malvadas. El elfo se giró sin mirarla.
-Se acabó la clase por ahora, dentro de dos horas aquí te quiero ver.
El elfo salió de la habitación sin mirarla.
-Sí, para darte una lección-susurró-. ¡TE VENCERÉ, GABRIEL!-chilló con todas sus fuerzas-. Te lo juro, te venceré, y entonces me pedirás que te perdone, y yo no lo haré, nunca te lo perdonaré, Gabriel nunca.
La princesa se quedó ahí, quieta en el sitio, entonces escondió la cabeza entre las piernas, que las rodeó con los brazos y lloró.
Gabriel salió de la habitación con paso rápido.
-Buenos días, Gabriel.
El elfo se giró, sentada en el borde de la fuente estaba la reina Katia, le miraba con unos ojos marrones oscuros como el ébano, sobre el pelo negro como la noche llevaba puesta una corona de oro, y vestía una túnica blanca.
-Mi señora-saludó el elfo e inclinó la cabeza-. ¿Cuánto tiempo lleváis ahí?
-Casi toda la clase. Gracias Gabriel.
-¿Por qué?-preguntó algo aturdido.
-Porque ya Tiana está demostrando de que pasta está hecha. Antes no lo hacía, por eso te doy las gracias.
-De nada, es mi aprendiza, debo ayudarla.
Katia sonrió, luego se levantó.
-Bien, he de marcharme, no la mates-bromeó.
-Umm… está bien, no lo haré.
La reina sonrió y entró en el castillo. Gabriel miró por el cristal a Tiana, ahí, acurrucada sobre sí misma parecía una cría, una cría débil y asustada, pero ella no era así. El elfo ladeó la cabeza y entró en palacio.
Eric entró en el castillo después de más de una hora mirando plantas, a Rosa le había parecido interesante, pero para él un auténtico muermo.
-Rosa, ¿dónde está Tiana?
-Yo que sé, he estado contigo todo el rato. Quizás esté en la sala de prácticas.
-¿Y por qué he visto a Gabriel en el castillo?
-Ufff…Haz lo que quieras yo voy a ver en la sala de prácticas.
Rosa se encaminó al patio a ver si allí estaba Tiana, había acertado, su prima estaba tras el cristal acurrucada sobre sí misma.
-¡Eric vamos a la sala de prácticas!
-¿Por qué?
Rosa no le contestó y entró en la sala, Tiana se apartó las lágrimas. La princesita se arrodilló junto a ella. Ambas se miraron, Rosa cogió un pañuelo de la manga de su vestido y se lo tendió, la princesa de Santer le sonrió y le limpió las lágrimas más detenidamente.
-Gracias-susurró Tiana.
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
No lo borres!! Ni loca jeje Me gusta mucho tu historia.
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Re: El Poder Del Fuego De Dragón I Los Príncipes [[[Historia Propia]]]
Como lo borres voy y te pego donde quiera que vivas xDDD. Este trozo me ha gustado muchiiisimo.. ese berrinche bueno de Tiana ha sido buenisimo me ha encantado. 10 Galeones
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